Preocupa al régimen comunista. China será en 2030 el país
con más cristianos en el mundo. Cientos
de cristianos, reunidos frente a la iglesia de Wenzhou. /
China Aid Resulta
imposible precisar con seguridad las cifras, dado que las Iglesias “oficiales”,
que actúan bajo la supervisión del Gobierno comunista chino, coexisten con
otras clandestinas. Las cifras más optimistas hablan de 100 millones y un
aumento anual en torno al 10 %.
La mayoría de los nuevos conversos son jóvenes urbanos. De
hecho, como ya informábamos en el pasado mes de abril, China será en 2030: el
país con más cristianos en el mundo. Este auge no ha pasado inadvertido para el
régimen en Pekín, oficialmente ateo. Su
actitud es ambivalente. Por un lado, “muchos de los valores del cristianismo
coinciden con lo que el Partido Comunista de China considera ser un buen
ciudadano, incluidos los valores familiares”, apunta Gerda Wielander, de la
Universidad de Westminster en Londres y autora del libro Valores cristianos en
la China comunista.
Pero, por otro lado, el Gobierno de Xi Jinping, que ha hecho
hincapié en la cultura tradicional china y los valores socialistas, ve con
suspicacia una religión que considera “extranjera”. La posibilidad de que un
número sustancial de ciudadanos pueda organizarse en torno a una ideología
diferente preocupa al régimen.
LOS EVANGÉLICOS, AL FRENTE DEL CRECIMIENTO En 1949
La comunidad protestante de China tenía sólo un millón de
miembros. Hoy, ya supera a muchos países con mayor arraigo evangélico. En 2010
había más de 58 millones de protestantes en China en comparación con 40
millones en Brasil y 36 millones en Sudáfrica, de acuerdo con el Foro Pew. El
profesor Yang, un destacado experto en la religión en China, cree que ese
número aumentará hasta alrededor de 160 millones en 2025.
LAS AUTORIDADES, DEL ASOMBRO A LA AMENAZA
Esta nueva expansión del cristianismo ha generado inquietud
entre los líderes políticos chinos. Algunos funcionarios sostienen que los
grupos religiosos pueden prestar servicios sociales que el gobierno no puede, y
al mismo tiempo, ayudar a revertir la creciente crisis moral en una tierra en
la que el dinero, y no el comunismo, ahora se ha convertido en rey. Y, si bien
es cierto que la mayoría de los cristianos chinos no se inmiscuye en política,
también lo es que un número significativo de los activistas más destacados
mantienen —cada uno por circunstancias diferentes— algún vínculo con el
cristianismo, bien sea como creyentes o por contactos con círculos de fieles.
Es el caso del fundador del movimiento anticorrupción y pro
transparencia Nuevo Ciudadano, Xu Zhiyong, encarcelado, o del abogado pro
derechos humanos Gao Zhisheng, recientemente puesto en libertad. Para Pekín
tampoco pasó inadvertido que dos de los tres fundadores del movimiento pro
democracia Occupy Central que tomó Hong Kong el año pasado fueran cristianos,
al igual que el líder estudiantil Joshua Wong. Como explica el profesor Yang
Fenggang, de la Universidad Purdue, de Indiana (EE UU), “las autoridades han
expresado su preocupación por el rápido crecimiento del cristianismo y han
tratado de imponer restricciones para ralentizarlo. También han tomado medidas
para asegurarse de que los cristianos sean obedientes a las autoridades”. Yang
considera un indicio de esta preocupación episodios como los ocurridos en la
ciudad de Wenzhou, en el este de China y apodada por algunos como la Jerusalén
del Este, por su gran número de iglesias y su alto porcentaje de población
cristiana, aproximadamente un millón de los nueve millones de vecinos.
En 2014 fueron demolidas algunas iglesias y derribadas las
cruces de muchas otras, católicas y protestantes. “Aunque las autoridades
centrales no han hecho ninguna declaración pública en torno a esto, el que la
campaña haya durado tanto indica que muy probablemente los funcionarios locales
han recibido permiso o ánimo de las más altas autoridades”, dice. En Zhejiang,
la provincia donde se encuentra Wenzhou, el Partido Comunista ha anunciado que
reforzará los controles para impedir la admisión de nuevos miembros que tengan
creencias religiosas, según anunciaba este domingo el diario "Global
Times".
Los miembros ya existentes que hayan participado en
prácticas religiosas o tengan creencias de este tipo tendrán que
"rectificar" sus opiniones. Pero aunque “es innegable que hay casos
en que los cristianos son perseguidos, no necesariamente los cristianos sufren
mayores abusos o violación de sus derechos que los ciudadanos chinos
corrientes”, subraya Wielander, que indica que en muchos casos el trato a los
cristianos varía dependiendo de las autoridades locales.
Fuentes: Protestante Digital